LA HISTORIA DE LA CARMENCITA

Carmencita es Chueca. Carmencita es la taberna de la libertad donde puedes comer y hablar de lo que quieras, sin filtros. Carmencita es refugio de recetas del pasado, de pollo eco en pepitoria con salsa de untar. Carmencita es la historia de Madrid. Como contaba Santos Juliá en sus libros sobre Madrid, Carmencita, desde 1854, ha vivido revoluciones progresistas, republicas independientes, pandemias históricas, guerras injustas, dictaduras sin libertad y democracias florecientes. Carmencita está viva.

Carmencita tiene en sus mesas el poso de las palabras de Miguel Hernández, de Lorca, de Neruda y de tantos otros que se reunían en la mesa enfrente de la barra. La barra de La Carmencita tiene más de 150 años y seguimos igual, sirviendo un vermut de 1917 de una bodega del Monsant que es patrimonio de la UNESCO. Como nuestra barra, que es patrimonio de la Comunidad de Madrid y no se puede tocar.

Carmencita es albóndigas de ternera con salsa rubia patentada. Y se viene a disfrutar de la cocina de un equipo que arranca a las 8 de la mañana con los pucheros haciendo chup-chup. Que pelan y cortan con mimo cada verdura recién traída de agricultores ecológicos de El Súper de los Pastores.

La Carmencita es una taberna de pastores donde cada uno tiene su nombre en su plato. Vienen a comer sus hijos pequeños, que gritan de emoción cuando ven a su padre en la carta, como le pasó a Chencho. Carmencita son historias como las de Rafa, pastor de Picos de Europa, a quien le fueron a visitar, carta de La Carmencita en mano, para preguntarle si era verdad. Y con esa voz tuneada por años y años de silbidos a las cabras responde que claro que sí, que hasta entonces nadie había puesto nombre a su trabajo.

Carmencita es lo que no queda: vajillas del siglo XIX y principios del XX hechas a mano; cuberterías de la primera mitad del siglo XX que ayudan a que la comida te sepa más rica. Carmencita quiere seguir siendo ese archivo histórico de recetas españolas que hacían nuestras abuelas. 

Carmencita son vinos de bodegas pequeñas, de viticultores que recuperan viñedos y lo elaboran como hace 100 años. Desde una agricultura ecológica y una forma de cuidar la tierra, labrarla, podar y recolectar la uva a mano. Prensando poco a poco la uva para sacar ese jugo que luego nos calienta el alma en esta taberna de azulejos que te quieres llevar a casa.

En nuestros equipos hay personas de distintos países, mujeres y hombres, jóvenes y mayores. Algunos venimos de organizaciones en pro de la inclusión social y otros tuvimos que cruzar África hasta llegar a Madrid.

A todos los que formamos parte de La Carmencita, y a todos los productores que trabajan con nosotros, nos hace mucha ilusión que traigáis a vuestros amigos y conocidos a nuestra taberna cuando vienen de visita a Madrid. Da sentido a todo lo que hacemos.

En La Carmencita tratamos de hacer un Madrid y un mundo más limpio porque solo trabajamos con pequeños productores nacionales que con su agricultura y ganadería extensiva cuidan del bosque, de las praderas, de las montañas, de las dehesas, reduciendo al máximo la huella de carbono.

SOMOS UN EQUIPO QUE TRABAJAMOS EN TEAL

Nos cuidamos y cuidamos

En La Carmencita trabajamos con la metodología TEAL, un modelo organizativo basado en la plenitud y la autogestión de las personas.

Durante 2020 escribimos el relato de nuestra historia en la web movimientoteal.com

Te invitamos a que lo leas y te unas

Estos son nuestros porqués:

Porque el modelo TEAL es el único que se fija en el todo de una organización: en las personas y su bienestar; en los equipos y en su inteligencia colectiva; en el ser profundo de la empresa y en su propósito, que en estos tiempos de cambio acelerado ha de ser evolutivo.

Porque creemos que el modelo TEAL puede ayudar a muchas empresas a ser sostenibles en el tiempo, con mirada a largo plazo. Y dejar así de ser tentadas por la economía especulativa que está manchando el mundo.

Porque creemos en la creatividad de todas las personas, en su capacidad de aportar nuevas miradas, de sumar, y solo con autonomía y autogestión se puede dar alas a esa actividad que nos define como humanos, a desplegar todo nuestro talento.

Porque es fundamental que recuperemos el sentido de la vida en el trabajo, y el modelo TEAL apuesta por la conexión entre los intereses de las personas y las funciones y tareas desempeñadas.

Porque apostamos por el potencial de la colaboración, que nos conecta con los otros, en lugar de alejarnos como hacen los sistemas basados en la competencia.

Estos son nuestros porqués:

Porque el modelo TEAL es el único que se fija en el todo de una organización: en las personas y su bienestar; en los equipos y en su inteligencia colectiva; en el ser profundo de la empresa y en su propósito, que en estos tiempos de cambio acelerado ha de ser evolutivo.

Porque creemos que el modelo TEAL puede ayudar a muchas empresas a ser sostenibles en el tiempo, con mirada a largo plazo. Y dejar así de ser tentadas por la economía especulativa que está manchando el mundo.

Porque creemos en la creatividad de todas las personas, en su capacidad de aportar nuevas miradas, de sumar, y solo con autonomía y autogestión se puede dar alas a esa actividad que nos define como humanos, a desplegar todo nuestro talento.

Porque es fundamental que recuperemos el sentido de la vida en el trabajo, y el modelo TEAL apuesta por la conexión entre los intereses de las personas y las funciones y tareas desempeñadas.

Porque apostamos por el potencial de la colaboración, que nos conecta con los otros, en lugar de alejarnos como hacen los sistemas basados en la competencia.